miércoles, 12 de enero de 2011

Experiencias en el aula

Las pizarras digitales: adiós, tiza, adiós
               
                El colegio San Miguel, pionero en el empleo de pizarras digitales, nos abre sus puertas. Rosario Castro, su directora, destaca la mayor motivación del alumno y la implicación de todo el profesorado antes el reto de nuevas tecnologías en el aula.
                El CEIP San Miguel, en el madrileño barrio de Hortaleza, lleva dos cursos empleando la pizarra digital interactiva (PDI) y el balance no puede ser más positivo. Su directora, Rosario Castro del Río, nos explica que “hace dos años realizaremos un Comenius y un grupo de profesores del centro visitaron colegios de Reino unido y Suecia. Ante la evidencia del potencial de renovación metodológica e innovación pedagógica que puede aportar las PDI, en el curso 2007/2008 nos planteamos como objetivo de centro comprar pizarras digitales para varias aulas de primaria. En septiembre de 2008 comenzamos la experiencia, quitando las pizarras de tiza e instalando las PDI en el tercer ciclo de primaria”.
                Un trimestre bastó para evaluar los logros que podían conseguirse y todo el claustro se mostró partidario de instalarlas en todos los cursos de primaria. El ciclo de educación infantil no las disfruta de momento, “pues estamos centrados en el rincón de informática, en que familiaricen con los ordenadores, el ratón…” Sin embargo, vistos los resultados obtenidos con los alumnos de primero de primaria se concluye que la experiencia será igualmente positiva en los más pequeños.
                Rosario Castro es categórica al afirmar “el aumento de motivación y participación por parte del alumnado. Niños con déficit de atención han mejorado. Todos están deseando salir y trabajar en la pizarra, que en todo momento es controlada por el maestro, por lo que no hay riesgo de que el alumno se disperse accediendo a páginas de internet no deseables”.
                Otra de las ventajas es la duración y conservación de los contenidos. “Antes, lo que el profesor escribía en la pizarra se borraba y se perdía. Con las PDI se guarda y se puede volver a utilizar cualquier otro día. Lo mismo ocurre con los ejercicios de los niños, que pueden archivarse en la carpeta del alumno”.
                Los profesores de este centro destacan la comodidad de la interacción directa sobre la PDI sin necesidad de usar el teclado o el ratón; poder escribir de manera manuscrita y subrayar sobre la pizarra; almacenar pantallas y recuperarlas; y las funcionalidades del software asociado a las pizarras digitales que facilita la elaboración de recursos.
                En el centro todos piensan que la pizarra digital “resulta útil en todas las asignaturas y niveles educativos, proporcionando muchos recursos visuales y nuevas posibilidades metodológicas que facilitan la presentación y comprensión de los contenidos, el tratamiento de la diversidad, el aprovechamiento educativo de internet, la realización de actividades más dinámicas y una mayor motivación y participación de nuestros alumnos pudiendo contribuir a reducir el fracaso escolar”. En la actualidad hay una PDI por aula. En el colegio San Miguel ya no queda ni una tiza.

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